Aproximadamente una de cada dos personas sufre de mal aliento de forma recurrente, el cual se asocia principalmente a la acumulación de placa bacteriana en la boca, aunque en algunos casos también puede poseer un origen extraoral, siendo secundario a trastornos respiratorios, digestivos, hepáticos o renales, que requieren un abordaje específico.
En el caso de la halitosis de origen oral, un objetivo primordial es disminuir el número de bacterias en la boca, lo que se puede lograr mediante el uso de pastas dentales o enjuagues con apropiadas concentraciones de principios activos como Lactato de Zinc, Clorhexidina o Cetilpiridinio. Sin embargo, su uso no siempre garantiza una solución, ya que se reconoce una serie de aspectos que pueden facilitar el desarrollo del mal aliento, como es el caso de la edad, el tabaquismo o el consumo de algunos fármacos (especialmente los que inducen sequedad bucal).
Uno de los aspectos modificables a considerar tienen que ver con el cuidado de la higiene y la salud bucodental, donde será importante complementar una rutina de cepillado de dientes y limpieza lingual con el uso de hilo/seda dental y colutorios, mientras que se debe acudir oportuna y regularmente al dentista para detectar y tratar enfermedades periodontales o caries, entre otras patologías. Los diversos tipos de prótesis también deben recibir los cuidados recomendados para garantizar su limpieza.
La alimentación también es un factor muy relevante, donde no solo puede ser recomendable limitar el consumo de alimentos de olor fuerte (como la cebolla o el ajo, clásicamente son asociados al mal aliento), sino que también las dietas muy ricas en grasas o proteínas pueden favorecer el mal aliento, al igual que las dietas hipocalóricas o el permanecer por periodos muy prolongados sin ingerir alimentos. En esta misma línea, es importante evitar la sequedad bucal, consumiendo agua regularmente, así como alimentos que promuevan la salivación, como los cítricos y los productos ricos en fibra.
Si bien la halitosis es principalmente causada por la acción de bacterias que se acumulan en la boca, numerosos factores favorecen su mantención y agravamiento, por lo que frente a esta condición será importante que cada persona evalúe cómo su estilo de vida, hábitos higiénicos y salud bucodental pueden estar generando repercusiones, con tal de establecer las correcciones pertinentes o requerir el apoyo de un especialista.
POR LUIS GONZÁLEZ BURGOS
Químico Farmacéutico, Ms. Tox. Escuela de Medicina, Universidad de Magallanes