El 31 de marzo de conmemora el Día Internacional contra el cáncer colorrectal y la Sociedad Chilena de Gastroenterología hace énfasis en los chequeos preventivos y el fortalecimiento de las políticas públicas sanitarias. El cáncer colorrectal representa el tercero de los cánceres más frecuentes y el segundo cáncer con mayor mortalidad».
El 31 de marzo la OMS conmemora un nuevo Día Internacional contra el cáncer colorrectal, una enfermedad de alta frecuencia en el mundo occidental, ubicándolo en el tercer lugar de los cánceres diagnosticados con mayor frecuencia y el segundo cáncer con mayor mortalidad. Con más de un millón de casos nuevos al año, el cáncer colorrectal supone importantes desafíos para las políticas públicas, así como en el despliegue de una cultura preventiva en nuestra población, así lo aclara la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE).
Si bien las tasas de mayor incidencia ocurren en regiones más desarrolladas en América del Norte, Australasia y Europa occidental, aproximadamente el 45% de los casos se registra en países menos desarrollados. Se estima que al año 2030 aumentarán anualmente a 2.2 millones los casos diagnosticados y a 1,1 millón las muertes. En América del Sur se ha registrado un aumento progresivo y Chile no escapa a esta estadística, al igual que en Colombia, Brasil y Ecuador. Se observa una mayor mortalidad por este cáncer en poblaciones indígenas, adultos mayores y estratos socioeconómicos bajos. Entre 1990 y 2017, Chile pasó de un 13.4 a un 22 casos por cada 100 mil habitantes en su incidencia, y de 10.7 a 12.5 en su mortalidad.
Para el Dr. Roque Sáenz, Past President de la SChGE, aproximadamente el 75% de los casos de cáncer colorrectal son esporádicos sin antecedentes familiares o una aparente predisposición genética no demostrada hasta ahora. Los casos restantes son familiares, derivados de una susceptibilidad hereditaria moderada posiblemente interactuando con factores ambientales. “Hay vías reconocidas en la génesis y la progresión de esta enfermedad, que debemos tratar en prevención, diagnóstico temprano y tratamiento. Hay subconjuntos genéticos de este cáncer con diferentes factores de riesgo, pronóstico y respuesta al tratamiento. La genética está cambiando la atención clínica”, precisa Sáenz.
La evidencia clínica confirma que el envejecimiento es un factor de riesgo importante. Más del 90% de los cánceres colorrectales ocurren en personas mayores de 50 años. La buena noticia es que este cáncer se puede prevenir o detectar en una etapa temprana, gracias a las pruebas de detección como la colonoscopía y la prueba de sangre oculta con determinación inmunológica fecal.
Su tratamiento también ha cambiado identificando dos receptores importantes de la superficie celular: el receptor del factor de crecimiento epidérmico y el receptor del factor de crecimiento endotelial vascular, involucrado en la génesis, crecimiento y diseminación del cáncer colorrectal. Pacientes con histopatología similar pueden tener una progresión y un resultado completamente diferentes dependiendo de sus antecedentes genéticos y epigenéticos.
En cuanto al estilo de vida, los especialistas recomiendan ciertos cambios en la dieta que modifiquen el microbioma y una interacción duradera con la mucosa del colon, evitando complicaciones gastrointestinales.
Para la ACHED, Asociación Chilena de Endoscopía Digestiva, filial de la SChGE, el pronóstico y las opciones terapéuticas para los pacientes con cáncer colorrectal están asociados con la etapa en la que se les diagnostica por primera vez. “Si bien en estadio temprano a menudo se cura solo mediante cirugía, o en etapas muy tempranas con la resección mediante endoscopía solamente, el cáncer colorrectal más avanzado o metastásico generalmente requiere quimioterapia adyuvante adicional o terapia dirigida, ya sea solo o como un tratamiento combinado. Por ende, la detección temprana se vuelve importante para reducir la incidencia y mortalidad de la enfermedad”, sostiene la Dra. Carolina Heredia, Presidenta de la ACHED.
Para el Dr. Sáenz son de especial importancia las pruebas de tamizaje, que consisten en exámenes para establecer quién puede padecer cierta enfermedad y quién no, en cualquier momento de la vida. A través de ellas se alcanzan a detectar trastornos genéticos y/o enfermedades metabólicas, y en el caso del cáncer colorrectal buscan disminuir el riesgo y la mortalidad al detectar y remover oportunamente lesiones precancerosas que tienen un periodo de desarrollo prolongado durante el cual pueden ser identificadas y tratadas. Estas lesiones premalignas son los pólipos, los cuales al ser removidos, se evita la progresión a cáncer. El tamizaje o estudio preventivo ha demostrado disminuir la incidencia y mortalidad de la enfermedad, aunque no sería la única variable que explicaría el fenómeno.
En los países con experiencia en programas estructurados de prevención existe un gran debate en torno a cómo lograr incluir la mayor cantidad de individuos posibles, cuál es la estrategia más costo efectiva, si es necesario disminuir la edad de inicio si corresponde individualizar el riesgo para determinar si es necesario o no el tamizaje, priorizarlo y cómo lograr una colonoscopía de calidad.
El cáncer colorrectal, es entonces una amenaza real en aumento, que es prevenible mediante programas de pesquisa o tamizaje que incluyen una colonoscopía o exámenes de hemorragia oculta en heces y colonoscopia en los positivos, que permiten resecar pólipos, lesiones premalignas o diagnosticar cánceres en etapas precoces curables.