La demencia, actualmente denominado trastorno cognitivo mayor, se trata de un conjunto de patologías que afectan al sistema nervioso central, específicamente al cerebro. Habitualmente son progresivas y degenerativas (con muerte de algunos tipos de neuronas), lo cual afecta la cognición del paciente (memoria y lenguaje), su conducta, y también lo motor.
Los tipos de demencia más comunes son el Alzheimer y la demencia vascular (por múltiples infartos cerebrales o muchas lesiones vasculares pequeñas); también existen otras menos frecuentes. La demencia de tipo vascular comparte los factores de riesgo del infarto cerebral, es decir, la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, el tabaquismo, entre otros.
A medida que envejecemos, podemos olvidar ciertas cosas ocasionalmente. Pero cuando la pérdida de memoria comienza a afectar la vida diaria, puede tratarse de algo más serio.
Frecuencia
A nivel mundial, existe una importante preocupación por el aumento de la demencia, lo que se relaciona con el hecho de que estamos viviendo más años que antes con factores de riesgo, alguno de los cuales son evitables. En 2021, aproximadamente 57 millones de personas vivían con demencia en el mundo, y cada año se suman casi 10 millones de nuevos casos. Para 2050, se espera entre 150 y 153 millones de afectados. Alrededor del 7% de las personas mayores de 65 años viven con este trastorno, cuya prevalencia aumenta con la edad.
En Chile, la demencia también representa un problema importante, tanto para la persona que lo padece, como para su familia y el sistema de salud pública (gastos, necesidad de cuidadores y otros). Entre los mayores de 60 años, el 7% de la población tiene demencia, cifra que se eleva al 32,6% en mayores de 85 años. Es más frecuente en mujeres. En 2010, había cerca de 155.000 casos, cifra que podría triplicarse hacia 2050, alcanzando unos 533.000 casos . Estos números hablan del importante impacto en nuestra sociedad y en la salud pública.
Otra consecuencia relevante recae sobre los cuidadores, que muchas veces son familiares que deben dejar de trabajar o están expuestos a privación de sueño, lo que aumenta en ellos las patologías mentales (depresión, ansiedad) y orgánicas (trastornos del sueño, lumbago).
¿Cómo podemos evitarla o hacer que se presente lo más tardíamente posible?
Primero, debemos mencionar que los factores protectores son los equivalentes a mantener una vida saludable: comer sano, dormir bien, hacer ejercicios y, muy importante, tener una vida social. El aislamiento contribuye a la pérdida de las facultades mentales superiores. También ayuda contar con la mayor cantidad de estudios o conocimientos posibles, lo cual actuaría como una especie de reserva funcional. De esta manera, es menos probable desarrollar demencia o, si se presenta, aparece más tardía o a una velocidad menor de progresión. Muy pocas veces es hereditaria.
¿Cómo se presenta y diagnostica?
Habitualmente, el paciente, la familia o compañeros de trabajo notan una falla en la memoria, en especial de corto plazo (lo que hizo durante el día), conservando la memoria de largo plazo. Esto puede ser el inicio de una demencia u otra patología, por lo cual debería motivar una consulta médica. Más tarde, a veces en meses o años, dependiendo de la causa de la demencia, se agregan alteraciones del lenguaje, fallas en actos motores, trastornos conductuales (irritabilidad, desinhibición), trastornos del sueño, afectación motora -incluso hasta la postración- y, finalmente, se presentan complicaciones como trastorno para tragar, neumonías y escaras.
Al acudir al médico, la sospecha de demencia es clínica; es decir, se basa en el relato (anamnesis del paciente y la familia) y el examen físico del paciente. Los exámenes de laboratorio están destinados a descartar causas curables (déficit de vitaminas, hipotiroidismo, entre otras) y, además, a detrminar qué tipo de demencia es, para orientar el tratamiento, el seguimiento y el pronóstico.
• Entrevista clínica: para conocer los síntomas, la historia médica y el impacto en la vida diaria.
• Evaluación cognitiva: pruebas que miden la memoria, la atención, el lenguaje y otras funciones mentales.
• Exámenes físicos y neurológicos: para descartar otras causas.
• Estudios complementarios: análisis de sangre, electroencefalograma e imágenes cerebrales como resonancia magnética o tomografía.
El diagnostico precoz permite tomar mejores decisiones para el tratamiento y la planificación futura.
¿Qué podemos hacer?
¿Tiene tratamiento?
Aunque la mayoría de las formas de demencia no tienen cura, existen tratamientos que pueden ayudar a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
• Medicamentos: algunos fármacos pueden retrasar el avance de los síntomas o ayudar a controlar la agitación, la depresión y los trastornos del sueño.
• Terapias no farmacológicas: estimulación neurocognitiva, musicoterapia, actividad física adaptada con kinesiólogo y rutinas estructuradas pueden ser muy útiles.
• Rehabilitación: Con kinesiólogo para la parte motora, terapia ocupacional para la estimulación neurocognitiva, fonoaudiología para trastornos del habla, lenguaje y deglución.
• Apoyo psicológico y social: tanto para la persona con demencia como para sus cuidadores.
El enfoque debe adaptarse a las necesidades de cada persona y familia.
Controles y cuidados ¿Cómo cuidar a alguien con demencia?
El cuidado de una persona con demencia requiere mucha paciencia, comprensión y organización. Algunas recomendaciones importantes son: Establecer rutinas claras que le den seguridad y ayuda memorias (notas, libretas). Mantener la comunicación sencilla y amable, evitando discusiones o retos. Adaptar el entorno del hogar para prevenir accidentes. Estimular la autonomía en la medida de lo posible. Buscar redes de apoyo para el cuidador: grupos, profesionales y/o asociaciones de familiares. En el Hospital Clínico Magallanes contamos con la Unidad de Memoria, por ejemplo.
Es importante recordar que detrás del paciente con demencia existe una persona con emociones, pensamientos, una historia vital y dignidad.
La demencia es un desafío creciente, tanto por su impacto humano como por los números: mundialmente se esperan más de 150 millones de personas en 2050, y en Chile la cifra podría alcanzar más de medio millón de afectados hacia esa fecha. Estos números indican la importancia de la detección temprana, el tratamiento oportuno y el apoyo a las familias y cuidadores.
La demencia es un desafío creciente en nuestra sociedad, pero teniendo información, realizando un diagnóstico precoz y un enfoque integral, es posible brindar una mejor calidad de vida a quienes la tienen y a sus familias.

Por Dr. Ramiro Fernández C.
Neurólogo – Jefe Neurología del Hospital Clínico Magallanes y docente de la carrera Medicina de la UMAG